EFECTOS DE LA IRA

Nos enciende y descontrola todos nuestros mecanismos defensivos

Nos provoca y nos obliga a salirnos de nuestras casillas

Nos reta a hacernos parecer más grandes y más ofensivos ante la amenaza

Nos lleva a gritar aquello que hubiéramos preferido callar

Nos despoja de la prudencia y de la empatía

Nos conduce por un túnel oscuro en el que sólo somos capaces de ver nuestra ofensa

Nos nubla el entendimiento, enmudeciendo gran parte de nuestros sentidos

Nos limita a la rabia, la furia y el resentimiento

Nos oprime hasta casi ahogarnos en nuestra distorsión de los hechos


Porque, cegados por la ira, somos incapaces de seguir captando el resto de emociones que nos acechan por doquier. Sesgamos la realidad, reduciéndola a aquello que nos irrita y, en nuestro enfermizo empeño no advertimos que perdemos la capacidad de razonar y de entender más allá de lo que tanto parece que nos enoja. A veces, ese despliegue de rencor hacia otro u otros no es más que una cortina de humo con la que intentamos taparnos los ojos para escondernos de lo que menos soportamos de nosotros mismos.


Estrella Pisa
Psicóloga col. 13749

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