EFECTOS DEL ASCO

Nos arruga la expresión de la cara

Nos arquea el estómago y doblega nuestra tolerancia

Nos incomoda hasta los límites del hartazgo

Nos aleja de la intención de guardar las formas

Nos impide el disimulo y la corrección en el trato con los otros

Nos secuestra la voluntad de superar el modo en que nos reta

Nos lleva a huir del objeto o del sujeto con el que nos provoca

Nos revuelve por dentro y nos sacude por fuera

Nos supera y acaba derribando nuestra entereza


El asco enciende en nosotros una especie de luz de alarma que nos avisa para que nos detengamos de inmediato y rechacemos sin contemplaciones lo que se nos viene encima. Olores desagradables,  sabores raros, prácticas obscenas, insectos nada simpáticos que aparecen en la cocina o entre nuestra ropa, ratas que andan entre la basura desparramada por alguna calle, sangre, heces o resto de vómito en un lavabo público, o animales viscosos que reptan, sorprendiéndonos sin piedad cuando andamos libremente por el campo. 

El asco es, quizá, la emoción que dibuja la versión más desagradable de nuestro rostro, pero también constituye un mecanismo de defensa excepcional que nos permite evitar muchos riesgos innecesarios.


Estrella Pisa
Psicóloga col. 13749

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