Provocando la Magia
Convivir con la realidad de todos los días no resulta nada
fácil para casi nadie. Por mucho que intentemos ponerle al mal tiempo buena
cara y que madruguemos para que algún Dios nos ayude, todos tenemos
días que se nos hacen muy cuesta arriba. Para muchos esos días suelen ser
los lunes o el día que toca volver al trabajo después de las vacaciones. No es
extraño que hasta se haya inventado un “síndrome postvacacional”.
Muchos
juegan a diferentes loterías en un intento de encontrar la suerte y poder dejar
de trabajar. Otros, simplemente, se levantan con el pie equivocado y pagan su
descontento con la vida con el primero que se les acerca. Afortunadamente,
siempre hay personas que se deciden a enfrentarse cara a cara con su
cotidiana realidad, intentando mirarla con ojos nuevos cada día. Esas personas
saben que, independientemente de la actitud que escojan para batallar con
todos los acontecimientos en los que van a tener que participar ese día,
no van a poder eludirlos. Lo que sí pueden es decidir cómo van a permitir que
todo eso que les va a tocar vivir hoy, les acabe afectando. Los estoicos ya
defendían que lo importante en la vida no es lo que nos pasa, sino el modo cómo
lo interpretamos. Más de dos mil años después, el psicólogo Albert Ellis aplicó
esa máxima a su Terapia Racional Emotiva.

Todos
podemos aprender a hacer ese tipo de magia y conseguir que nuestras vidas
corrientes cobren un poco más de sentido. Vivir mejor no es una cuestión
de suerte o de que nos toque ninguna lotería. Las cosas importantes de la vida
nunca suceden al azar. Por el contrario, hay que invertir mucho tiempo, muchas
ganas, mucha ilusión y mucha perseverancia para llegar a conseguirlas. Por eso
son las importantes, porque nadie nos las puede regalar, ni lloverán nunca del
cielo por mucho que le recemos a ninguna divinidad. Las tenemos que batallar
nosotros solos. De hecho, sin ser conscientes de ello, es lo que estamos
haciendo cada día en ese puesto de trabajo y en esos roles familiares que a
veces tanto nos fastidian. Batallamos con la realidad con la esperanza de estar
construyendo una realidad mejor para mañana. Si entre nuestras armas para
pelear en todos los frentes que tenemos abiertos en la vida nos atrevemos a
introducir esa magia de Frankl, que no es otra cosa que la capacidad de enfocar
nuestra atención hacia la parte de la realidad que menos nos hiera,
pronto empezaremos a captar otra versión de nuestra propia realidad.
Porque todo está en nuestra mente y la mente siempre es caprichosa. Siempre ve
lo que quiere ver y acaba entendiendo lo que quiere entender. Por eso tantas
veces miramos, pero en realidad no vemos. Por eso a veces nos hablan y no oímos
aunque nuestros oídos estén perfectamente. Pero, si nos atrevemos a ir un paso
más allá, a ver lo que hay realmente allí donde miramos pero no vemos, es muy
posible que encontremos lo que igual hemos buscado toda la vida en otra parte,
cuando lo habíamos tenido siempre delante de nuestros ojos.
¿A quién no le ha pasado que, después de haber luchado
mucho tiempo por conseguir algo, cuando finalmente lo ha logrado, se ha sentido
vacío y desconcertado? Esto ocurre porque lo que verdaderamente nos motiva es
el proceso que hemos de seguir para llegar a un objetivo y no el objetivo
en sí. Lo maravilloso de un viaje es la experiencia de conocer otros lugares,
otras gentes, otra realidad. Y esa experiencia la disfrutas mientras la
vives. El viaje de vuelta a casa siempre resulta decepcionante, provocando a
veces el “síndrome postvacacional” del que hablaba al principio. Lo interesante
siempre es el camino y no la meta. La meta de la vida sería la muerte. De la
misma manera que no tendría ningún sentido desearla, tampoco deberíamos
obsesionarnos demasiado con las metas que nos fijamos. Porque nuestra mente es
un órgano que continuamente se reconstruye a sí mismo al ser nosotros personas
expuestas a continuos cambios biológicos, psicológicos y sociales. Lo que más
nos importa hoy es muy posible que dentro de cinco años haya pasado a un
segundo o tercer plano, dependiendo de lo que hayamos vivido y cambiado en ese tiempo.
Ilustración encontrada en:
http://latitudsurnoticias.com.ar/ciudad-con-magia/
A veces
nos encontramos con alguien y nos sentimos tan a gusto que es como si el
mundo se detuviese y todo cobrase de repente otro sentido. Cuando vivimos
una experiencia así, es imposible pasar el resto del día de mal humor,
porque el halo de positividad que nos ha rodeado durante ese encuentro sirve de
repelente a las partículas de negatividad que pululan en nuestra realidad
habitual. De lo que no somos conscientes es de que cualquier encuentro con
cualquier persona de nuestro día a día podría ser igual de especial. Basta con
que nos dignemos a mirar sólo su parte positiva y a sonreír. Como las
neuronas espejo, las personas tratamos a los demás según nos tratan. Ante una
sonrisa, difícilmente nos van a responder con negatividad. La sonrisa siempre
abre puertas y las palabras amables siempre propician encuentros agradables.
Hagamos de cada día una oportunidad para desarrollar nuestra magia. El mundo
seguirá girando igual, pero nuestra realidad empezará a mostrarnos unos
rincones de sí misma que ni en sueños nos habríamos permitido indagar.
Estrella Pisa
Psicóloga
col. 13749
Comentarios
Publicar un comentario