Mentes y Culturas

Si revisamos las asignaturas que componen los planes de estudios de Psicología de cualquier universidad española o extranjera, a priori nos parecerá que en dichos planes se estudia de todo, menos psicología, pues las asignaturas específicas de psicopatología, psicología clínica o personalidad no suelen darse cita hasta muy avanzada la carrera. Veremos que buena parte de los temarios son comunes a los de otras ciencias, como la estadística, la lingüística, la biología, la fisiología, la filosofía, la sociología, la medicina, la pedagogía o la antropología.


Para alguien que se asoma por primera vez al deseo de indagar en los secretos de la mente humana, este despliegue de conocimientos tan diversos puede llegar a intimidarle y hacerle desistir de su propósito. Si lo que se quiere es ser psicólogo, ¿de qué le servirá a nadie estudiar tantas matemáticas, tanta biología o saber cómo viven las tribus del Amazonas?

Al principio le costará encontrar una respuesta coherente, pero si persevera y llega a finalizar sus estudios, comprenderá que ninguno de esos manuales que tuvo que estudiar estuvieron de más e incluso sentirá la necesidad de ampliarlos para saciar sus ansias de encontrar más respuestas en su intento de resolver el eterno enigma que encierra la mente humana.

La mayoría de las ciencias no tendrían ningún sentido ni utilidad si no estuviesen en continua relación con otras ciencias afines. Tampoco podrían desarrollarse del modo en que lo están haciendo en los últimos tiempos. En medicina, raro es el abordaje terapéutico que no se plantea de forma interdisciplinar con el propósito de resultar más eficaz para los pacientes. Lo mismo ocurre en el ámbito educativo y en muchos otros campos.

Las aplicaciones informáticas se han demostrado sobradamente eficaces a la hora de promover el desarrollo de cualquiera de estas ciencias, facilitando la extrapolación de los resultados hallados en un campo concreto a otro totalmente distinto, pero cuyos problemas pueden ser análogos a los resueltos en el primer campo. Muchas vidas humanas se han salvado gracias a estos avances y muchas otras han visto mejoradas sus circunstancias cotidianas.

Volviendo a la psicología, por muchos conocimientos que un psicólogo tenga acerca de las distintas enfermedades mentales y de sus síntomas; por muchas terapias cuyas técnicas específicas crea dominar y por mucho que haya conseguido un autocontrol suficiente como para no permitir que los problemas de sus pacientes trasciendan a su propia vida personal, si careciera de los conocimientos que le aportan las otras ciencias mencionadas anteriormente, sería incapaz de entender a sus pacientes, por muy buena voluntad que pusiese en su empeño.

La antropología juega un papel muy importante en el bagaje de los psicólogos. Es una ciencia que no sólo trata de huesos antiguos y culturas ancestrales, sino que nos habla de los seres humanos en general, de quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde parece que vamos. Muchos estudiosos de esta materia han advertido que lo que nos hace humanos es la cultura y a ella contribuyen los símbolos que utilizamos diariamente para entendernos con nuestros semejantes. El uso del lenguaje y de las herramientas que nos permiten desenvolvernos con éxito en nuestras rutinas diarias.

La antropología se nos presenta como una oportunidad de abrir puertas hacia otros horizontes que desconocemos y de contrastar nuestras propias creencias y convicciones con las de otros pueblos, que aun siendo nuestros contemporáneos, pueden vivir realidades muy distintas a las nuestras.


A veces cometemos el terrible error de encerrarnos en nuestro ambiente conocido y de limitarnos a lo que nos parece que nos ha funcionado siempre. Así, mantenemos costumbres propias de tiempos pretéritos que nada tienen que ver con la vida que llevamos ahora o defendemos ideas que en el siglo XX pudieron ser vanguardistas, pero ahora se nos quedan obsoletas.

La resistencia a aceptar los cambios, a construir nuevos retos o a mirar desde otros ángulos nos lleva a la conclusión equivocada de que nosotros somos los únicos que estamos en lo cierto.

En psicología social se estudia el fenómeno de la polarización o, lo que es lo mismo, pensar en términos de todo o nada, en blanco o negro. Quienes no están conmigo, es porque están contra mí. La persona que incurre en tal error, es incapaz de ver términos medios, de dibujar otras opciones. La antropología nos enseña a encontrar más mundos dentro de nuestro propio mundo y nos invita a mirar desde los ojos de los otros para mostrarnos realidades que no somos capaces ni de imaginar.

En un mundo constituido por sociedades cada vez más pluriculturales, la antropología se nos antoja una asignatura obligada para todos los ciudadanos de cualquier país de la tierra. Una prueba de ello es que el abanico de salidas profesionales de los antropólogos se está ampliando en los últimos años a cualquier campo de actuación. Si, hasta hace poco tiempo, sus únicas salidas parecían ser la docencia o la investigación en las universidades, ahora no es difícil verlos en la empresa privada como consultores, en hospitales y fundaciones, en organizaciones no gubernamentales o incluso como técnicos en asesoramiento y desarrollo agrícola.

Si el conocimiento de la historia nos resulta imprescindible para intentar no volver a cometer los errores del pasado, el conocimiento de las mentes humanas y de las culturas en las que éstas se gestan y se desarrollan, se nos va a hacer cada vez más necesario para llegar a  entendernos y a respetarnos, sin imponernos ni tampoco someternos.


Estrella Pisa
Psicóloga col. 13749

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