Criminales o Enfermos

Dependiendo de quién o quiénes resulten ser las víctimas de un crimen o de un atentado, tendemos a elegir una bara de medir u otra, sin detenernos a examinar otros argumentos que puedan llegar a cuestionar los que utilizamos de antemano.

Este pasado lunes, en plena Rambla de Figueres y a una hora en la que aún estaba bastante concurrida por residentes de la ciudad y por turistas que la visitaban, un hombre apuñaló en el cuello a otro que estaba tranquilamente sentado en uno de los bancos, causándole la muerte. Así, sin venir a cuento y a la vista de todos los que pasaban por allí o conversaban sentados en los bancos. Más tarde, se ha sabido que el agresor es un viejo conocido de la policía, de nacionalidad marroquí,  que en 2006 ya había asesinado a la mujer que le había alquilado una habitación. Un crimen por el que fue condenado a 14 años de internamiento en un psiquiátrico por haber sido diagnosticado en 2004 de esquizofrenia paranoide. Al parecer, a la víctima del lunes la eligió al azar, porque sentía “deseos de venganza” y porque “quería matar a un hombre catalán y de Figueres”. Horas antes del asesinato, ya había sido denunciado por otra mujer de Figueres por amenazarla con el mismo cuchillo en una calle cercana a la Rambla. Pero la policía, al no encontrarle el arma encima, no había tomando ninguna medida contra el agresor.

Rambla de Figueres, con el Monument a Narcís Monturiol de frente.







Ahora, ¿qué decidirá el juez que se encargue de llevar este caso? ¿Le volverán a internar en un psiquiátrico? Unos años internado y con la medicación controlada y luego le volverán a dejar en libertad, hasta que cometa otro crimen.

¿De qué le ha servido a este hombre el tiempo que ha estado internado en un psiquiátrico? A parte de controlarle la medicación para prevenir o calmar los brotes psicóticos de su enfermedad, ¿alguien se ha preocupado de prepararle el camino a la reinserción social para cuando llegase el momento de darle el alta hospitalaria? ¿Alguien se ha preguntado dónde viviría un hombre que no tenía una casa a la que regresar ni una familia que le esperase? ¿De verdad creyeron sus médicos y el personal de enfermería que le trataron durante su internamiento que una persona que no tiene ni casa, ni familia ni trabajo  iba a preocuparse de no saltarse la medicación?

Cualquier enfermo crónico conoce los peligros de dejar de tomar su medicación. El empeoramiento de los síntomas, las complicaciones añadidas, el dolor, el riesgo de sufrir una subida de azúcar, una arritmia, un infarto o una embolia, sin ir más lejos. Cuando hablamos de enfermedades mentales, descuidar la medicación puede tener consecuencias aún mucho más graves, porque ya no sólo hemos de tener en cuenta los riesgos a los que se expone la persona que padece esa enfermedad, sino también los riesgos que sus conductas inapropiadas le pueden suponer a las personas con las que interactúe diariamente.

Que las instituciones dejen en libertad a sujetos con estas problemáticas, sin asegurarse de que alguien les va a supervisar y va a informar de inmediato de cualquier anomalía a las autoridades competentes, debería preocuparnos sobremanera. Porque no sabemos a qué tenemos que atenernos con personas que campan a su libre albedrío por las calles de nuestros pueblos y ciudades como bombas de relojería que pueden estallar en cualquier momento y segarnos la vida a cualquiera de nosotros, sólo por estar en el lugar y en el momento equivocados.

¿Qué diferencia hay entre un enfermo de esquizofrenia que siente deseos de vengarse y se deja llevar por el impulso de matar a un hombre catalán y de Figueres de un islamista que decide calzarse un cinturón de explosivos y volar por los aires llevándose con él a un montón de víctimas inocentes elegidas al azar, en nombre de Alá?

¿Por qué consideramos al primero un enfermo y al segundo un terrorista?

Ambos son enfermos, pero también asesinos.

Tener un diagnóstico psiquiátrico no debería servirle a nadie para evitar la cárcel ni para pagar por el crimen que haya cometido. La esquizofrenia paranoide es una enfermedad muy angustiosa, que hace que las personas que la padecen confundan la realidad y se sientan continuamente amenazadas por atacantes que no son tales, pero la enfermedad de por sí no las convierte en asesinas.

Para matar a un hombre a sangre fría, cuando ya años atrás has matado a otra mujer también a sangre fría, se necesita algo más que un cerebro confundido. Hace falta tener instinto para matar, hace falta perderle el respeto a la vida de los demás. Y eso nada tiene que ver con la enfermedad. La enfermedad nunca debería servirle a nadie de excusa para atenuar sus culpas.

Ya suficiente estigma social sufren las personas que padecen alguna enfermedad mental como para que los asesinos se sirvan de ellas para justificar sus actos injustificables. Una persona a la que se diagnostique de cualquier trastorno, ya sea físico o mental, tiene la obligación de procurarse el tratamiento que sus médicos le recomienden para cuidarse y evitar, en lo posible, indeseables complicaciones, recaídas o empeoramientos de su salud. De no hacerlo, nada podrá reclamarle ni a sus médicos ni al resto de la sociedad, porque ella misma se habrá buscado su mal.

El alcoholismo, sin ir más lejos, no deja de ser una enfermedad. Pero, cuando alguien que ha bebido más de la cuenta provoca un accidente de tráfico en el que se dan víctimas mortales, la justicia no tiene ningún inconveniente en enviar a prisión al causante del mismo. ¿Por qué esa “Justicia” no utiliza la misma bara de medir cuando alguien resulta asesinado porque otro alguien ha dejado de tomar su medicación y “no sabe lo que hace”? La imprudencia es la misma. La condena también debería serlo. Porque matar a alguien nunca puede justificarse. Ni por la excusa de una guerra, ni por el atenuante de una enfermedad, ni por ningún supuesto Dios que te haya pedido que mates infieles.

Quitarle la vida a otro es condenarte de por vida a no ser digno de la vida propia.



Estrella Pisa
Psicóloga col. 13749

Comentarios

  1. A parte que la justicia española no tiene ni pies ni cabeza, por robar para comer te pueden caer varios años de cárcel y por llevarte millones de euros puedes estar en libertad según quien seas, sin hablar ya de temas de violaciones o asesinatos, creo que este tipo de gente debería estar interna el resto de su vida, al igual que un asesinato en mi opinión debería ser cadena perpetua, quid pro quo, quitas una vida a proposito, sin venir a cuento, condenas la tuya de por vida (y no hablo de sentencia de muerte, porque no creo que para acabar con un asesino debamos convertirnos en otro).
    En este caso, como en muchos otros, la culpa es de la justicia, no del esquizofrénico y mucho menos de sus víctimas... simplemente si hubiera actuado como se debe, esto no hubiera pasado puesto que el individuo estaría en el psiquiátrico o en prisión.
    No conocía este caso, pero como este tantos otros que se pueden evitar y seguimos repitiendo el mismo error. Además yo rebajaría la pena por buena conducta a gente con delitos leves, pero cuando hay sangre por medio (repito, sin venir a cuento) o violaciones, me da igual como se comporten en el correccional, deben cumplir la condena integra, la reinserción no la comparto para esta clase de gente

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    1. Hola Eduardo,

      No podría estar más de acuerdo con todo lo que argumentas. Ojalá en este país la Justicia se pusiese las pilas y empezace a ser más justa de una vez por todas. Seguro que nos ahorraríamos un montón de sufrimiento y que todos podríamos salir a la calle sintiéndonos mucho más seguros.

      Un fuerte abrazo.

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