Justicia o Venganza
Al margen de la ideología política que
podamos abrazar o aborrecer cada uno y de la comunidad autónoma que habitemos,
hemos de reconocer que en la última
década la democracia en España se ha conducido por unos derroteros que la están
abocando al abismo.
Lo que empezó como una crisis económica en
2008 ha derivado en una merma constante de derechos y libertades fundamentales
que se ha traducido en austeridad,
precariedad generalizada, salarios de vergüenza y desahucios que han dejado
en la calle a montones de personas mientras los bancos y las empresas del Ibex
35 no han parado de enriquecerse a costa de nuestra creciente pobreza.
Hemos aceptado este cambio de condiciones porque
no nos ha quedado otro remedio, teniendo que conformarnos con la esperanza de
que ya vendrían tiempos mejores. Pero a veces nos olvidamos de los que vienen
detrás de nosotros, de esos jóvenes que van a tener un futuro bastante menos
prometedor del que en su día tuvimos nosotros. ¿Merecen el mundo que les estamos legando? ¿Merecen tanta austeridad,
tanta precariedad y tantos recortes en derechos y libertades?
Los altercados que estamos viendo estos días
en las calles de Barcelona y de otras ciudades no sólo de Catalunya, sino
también de otros rincones de España, no es plato de buen gusto para nadie, pero
es la consecuencia de la ineptitud de
nuestros políticos para ejercer el diálogo. Muchos jóvenes de los que
participan en esos enfrentamientos con la policía han hecho de la proclama “si siembras miseria, recoges rabia” su
bandera.
Es evidente que, como en todas las
manifestaciones y en todas las protestas, siempre hay infiltrados de otras
ideologías e incluso de la propia policía que se dedican a encender los ánimos
para provocar episodios violentos que no deberían darse nunca, porque a base de golpes, de pedradas o de
contenedores y coches incendiados no se puede pretender conquistar ninguna causa. Pero también
hemos de reconocer, que yendo con el lirio en la mano, poniendo la otra mejilla
y respondiendo con sonrisas y con flores a los policías que te están amenazando
con una porra o reventándote un ojo con una pelota de goma (aun estando su uso
prohibido en Catalunya) tampoco nuestros
líderes han llegado a otro destino que no sea la cárcel o el exilio.
El juicio y la sentencia
al proceso independentista han sido la gota que ha colmado el vaso. Durante
meses hemos asistido a un continuo desfile de irregularidades, despropósitos, relatos
inventados, hechos no probados y pruebas desestimadas que nos han hecho
sospechar que la sentencia ya estaba decidida antes de que se iniciara el
juicio y que, de ninguna manera, podría ser justa.
Es muy llamativo que, de las doce personas
que se sentaron en el banquillo de los acusados, sólo se hayan librado de la
cárcel las tres que se han retirado de la política.
Si la incitación a
la no violencia se pena en España con nueve años de cárcel, ¿cuántos años les
caerán a los críos que estas últimas noches están incendiando contenedores y
coches en Barcelona?
Esta sentencia se
ha dictado para crear jurisprudencia, para abrirle la puerta a más represión y
más mano dura, para que cualquier cosa pueda ser tipificada de sedición, de rebelión
o incluso de terrorismo. El pasado lunes
se dictó para nueve catalanes, pero mañana se puede dictar para cualquier
español. Y eso
es lo que resulta más triste y lo que mucha gente no ha advertido aún: que estamos todos vendidos a un estado que
puede hacer con nosotros lo que buenamente le plazca con el beneplácito de los
partidos políticos y de los sectores del país más conservadores.
Todos los gobernantes y los aspirantes a
serlo, sea cual sea su color político, se escudan siempre en que las leyes están
para cumplirlas. Estamos de acuerdo en ello, pero siempre que las cumplamos
todos y los abusos de poder y la corrupción no campen a sus anchas de la manera
tan vergonzosa como lo están haciendo.
Como ciudadanos, tenemos la obligación de
conducirnos dentro de la legalidad vigente, pero también tenemos derecho a
recibir de los medios una comunicación veraz y no manipulada por las presiones
que ejercen las partes implicadas para que se difunda y acreciente el relato
que les interese en cada caso.
Si el pueblo tiene
la sensación de que le intentan manipular tergiversando los hechos y de que le
cambian las reglas del juego a media partida, es lógico que se acabe
cuestionando muchas de esas leyes y que las tache de injustas e incluso de
antidemocráticas. Pero el problema no son las leyes en sí, sino la forma cómo
las interpreta cada uno, según su conveniencia. Y en una verdadera democracia,
estas leyes, cuando resultan ambiguas o cuando dejan de ajustarse a la realidad
de ese momento, deberían poder actualizarse o cambiarse en pro de mejorar las
condiciones de la sociedad a la que afectan.
Cuando el regente de un país está viendo toda
una semana seguida cómo tantos jóvenes se están enfrentando cada noche a la
policía y tantas personas de toda Catalunya y de muchos otros lugares de España
como el País Vasco, Andalucía o Extremadura se están manifestando pacíficamente
en las calles o recorriendo cien kilómetros a pie durante tres días en las llamadas "Marxes per la Llbertat", tendría
que pronunciarse al respecto. Hacer uso de esa concordia que nunca se cansa de pronunciar para tratar de mediar
entre los presidentes del Estado y de la Generalitat para que dialoguen de una
vez. Pero no sobre libros ni ratafía, sino sobre lo que les interesa a España y
a Catalunya de verdad, sobre lo que merecen esas personas que están viendo
mermados sus derechos, sobre los problemas de toda índole que tendrían que
resolverse sin demora.
Si un rey no es
capaz de exigirle a los responsables de mantener el conflicto que está minando
la democracia en su país que lleguen a un acuerdo que beneficie a todos, ¿para
qué nos sirve? ¿Sólo para figurar?
Para eso ya tenemos a los influencers y a los
que viven del postureo. No necesitamos destinar una partida presupuestaria tan
elevada para mantener una monarquía que, ante los problemas, mira hacia otro
lado y se desentiende de su pueblo.
Un pueblo que está harto de tanta injusticia,
de tanta opresión, de tantos políticos ineptos y de tanta desigualdad.
Nos quieren
callados, sumisos, arrepentidos y humillados. A este paso, pronto tendrán tantos
independentistas fuera de Catalunya como dentro de ella. Porque ya no es una
cuestión de territorio, sino de quienes están al frente. Con políticos tan
incapaces de hacer política y con jueces tan obcecados en la venganza, España
se está convirtiendo en un lugar no demasiado recomendable para vivir, ni para
crecer con autoestima, ni para soñar con
futuros mejores que este lamentable presente.
Estrella
Pisa
Psicóloga
col. 13749
No se que decir para no meter la pata, porque sabes que en parte os entiendo pero abogo por la unión y no la disgregación. También me da pena que haya bandos por los ideales políticos que por cada lado parece que en vez de calmar los ánimos esto trata de ver quien los caldea más y al final quienes de verdad pagan el pato es la gente haciéndonos ver que los otros son los enemigos y no es así, tenemos muchos nexos en común empezando por unos políticos a nivel nacional sean del partido que sea que no nos merecemos y que en vez de contra ellos, vamos contra nuestros prójimos. Me da pena ver así a Cataluña, que al fin y al cabo es quien sufre esa situación y creo que se llega a unos términos de yo lo estoy haciendo bien y vosotros mal y viceversa, pero no son las calles de mi ciudad las que arden, ni hay heridos en ambos bandos, ni he de justificar lo que hacen unos para echar la mierda a los otros (porque unos ven la pelota de goma y otros sus coches quemados, sus perdidas en los negocios y la incertidumbre de no hacer vida normal y todos los afectados son de la misma región, no justifiquemos eso, pues eso alimenta el odio y con el odio el daño es mayor)... ¿y todo por una orden judicial injusta? lo compro, estoy de acuerdo, esas penas me parecen exageradas, pero la justicia es tan corrupta en este país como nuestros políticos. Igual que no me parece bien que la infanta Elena quede impune, que los que más dinero han defraudado a España puedan estar en la calle despilfarrando dicho dinero, que un partido político que se haya alimentado de dinero negro durante decadas pueda seguir siendo votable y no haya desaparecido, que los violadores se puedan permitir el lujo de hacerlo porque la condena es asumible y que todas estas cosas pongan su foco en el pueblo, promonarquía frente a republicanos,ellos pueden llevarse ese dinero porque hacen cosas buenas por los demás, no te metas con el partido que voy a votar y todos los hombres por su aparato reproductor masculino son potenciales violadores y no respetan a las mujeres... ¿seguro que la culpa la tiene el pueblo llano o es la justicia y los políticos quienes crean estos cismas? A mí sinceramente me da miedo como pueda acabar esto y que se puedan justificar las cosas de un bando y criticar las del otro, siendo tan deleznables unas como otras, porque el odio nace así, lo mío es bueno y lo tuyo malo y se ha generado mucho en los últimos años... ¿qué pasará con esto? que al final ganaran los políticos de ambos lados en votos y poder y seguirá perdiendo el pueblo en general (que pagaremos de nuestros impuestos todos esos desperdicios) y el catalán en particular (porque los destrozos están sucediendo en vuestras ciudades y sois entre vosotros los que os estáis enfrentando). Así de ambos lados, no se hacen las cosas, no las justifiquemos o el daño irá a mayores y habrá un punto de no retorno en el que diremos ¿qué coj.... hemos hecho? Nuestra idea de hacer las cosas no era esta y habremos perdido mucho más porque todos los extremos en esta vida terminan siendo malos... Y sabes que este comentario no va de la idiosincrasia política de cada uno, ni siquiera de la ideología, porque cada uno tenemos uan, sino hasta donde están llegando los hechos, nos estamos faltando al respeto porque nos están enfrentando y eso buscan, porque convivir siendo diferentes no es un conmigo o contra mí, que es lo que veo en ambos sectores y lo único que me da es repulsa de un lado y de otro, mientras los políticos se frotan las manos para la enésima votación nacional, pues esta mierda a ellos, sean del partido que sean les viene bien. Un abrazo y mucha fuerza por y para el bien de toda tu comunidad
ResponderEliminarMuchas gracias por cada una de tus palabras, Eduardo. Tu argumentación es impecable y no sólo la comprendo, sino que también la comparto. También yo me temo que esto puede acabar de la peor forma posible y que las cosas se nos acabarán complicando a todos mucho más de lo que ya lo están.
EliminarEs lo que tiene negarse a dialogar, negarse a entender al otro aunque no le puedas comprar del todo su discurso. La ineptitud de los políticos actuales para la negociación, para llegar a ceder cada parte el tramo necesario para converger en un punto de encuentro que desencalle el conflicto y nos permita avanzar a todos en la dirección justa.
Destrozar ciudades, atemorizar a los vecinos que ven cómo sus coches arden y sus casas se llenan de humo por la proximidad de las llamas no es la manera de reclamar justicia, sino que promueve más odio, más división en las propias filas del independentismo.
La rabia ciega y hace que las personas pierdan el control de las situaciones, llevándolas a cometer actos de los que ni ellas mismas se creían capaces, hasta que se ven a sí mismas lanzando piedras, amparadas en el supuesto anonimato que les da multitud.
Esta situación no beneficia a nadie, salvo a los políticos que ya se estén frotando las manos pensando en las elecciones del 10 de noviembre y en cómo van a sacar tajada de todo esto. Cuanta más violencia en las calles, más argumentos van a encontrar los de uno y otro extremo para seguir vilipendiándose mutuamente, para intentar convencer a la ciudadanía de quienes son los buenos y quienes los malos. Como si no existieran más matices, como si estuviésemos condenados de por vida a seguir dividiéndonos, enfrentándonos y boicoteándonos, en lugar de sacar la bandera blanca y sentarnos a hablar en serio de lo que nos importa a ambas partes.
Un fuerte abrazo, Eduardo y GRACIAS.
Hola Estrella.
ResponderEliminarSí que es delicada la cuestión y qué complicada se está volviendo. Aquí cada uno de nosotros tiene sus ideas que en la mayoría de los casos son contradictorias y no llevan a ningún sitio. Es muy complicado conocer, apreciar y entender todos los puntos de vista que nos llevan en dos direcciones diametralmente opuestas, cada una con sus razones de peso. Aunque pocos coincidamos en las ideas por la diversidad de matices, no dejo de pensar en personas como tú y tantas otras que defienden con razones sus posturas dentro de este endiablado callejón sin salida. Y por supuesto, pensando que hay cosas como la amistad, aunque sea tan virtual como la de las redes, que están por encima de las ideas. Es una suerte contar con el conocimiento y el aprecio de personas como tú.
Un fuerte abrazo :-)
No sabes cómo ni cuánto te agradezco este comentario, Miguel. Si quienes nos gobiernan tuviesen tu altura de miras, ya te aseguro yo que este conflicto que tiene acaparada ahora la atención de todo el mundo, sería historia. Porque todo se reduce a eso: a la ineptitud de los políticos para ejercer la verdadera política. Y lo más triste de estos días es que estamos asistiendo a la misma triste historia de siempre, la de que dos gobernantes se pelean y son los más jóvenes los que se enfrentan y se acaban destrozando la vida por unas ideas que no justifican, para nada, tanta destrucción ni tanto sufrimiento. Todos los días pienso en esos chicos que podrían ser mis hijos, que han decidido jugarse un futuro nada prometedor, por una causa que han decidido traicionar algunos de los que la impulsaron. Qué asco de políticos, qué asco de sistema corrupto. Y mucha gente preocupada por desenterrar a Franco. El peligro no está en esa sepultura, sino en las instituciones de este país en las que sigue impregnada su terrible huella.Un abrazo muy, muy fuerte Miguel. Y ¡GRACIAS!
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