Salvajismo, Barbarie o Civilización

 

Recurrimos a la psicología para tratar de entender los diferentes comportamientos humanos, pero la psicología no es una disciplina aislada, sino un compendio de saberes que proceden de muchas otras disciplinas. Entre ellas encontraríamos la filosofía, la biología o la medicina; pero también la estadística, la historia y la antropología.

Tratar de averiguar el porqué de una determinada conducta limitándonos a enumerar los síntomas que presenta la persona que la ejecuta y comprobar si coinciden con los que figuran en los manuales diagnósticos, es pecar de demasiado simplistas porque, quizá seremos capaces de diagnosticar el trastorno que padece esa persona, pero no tendremos ni idea de por qué se siente como se siente ni tampoco porqué le provoca tanto malestar a quienes se preocupan por ella.

La mente humana no puede entenderse limitándonos a estudiar niveles de neurotransmisores en sangre ni imágenes intracraneales, porque hay muchos más factores implicados en nuestra manera de conducirnos por la vida. Nuestros genes son los que son y no podemos cambiarlos, pero no sólo somos la materia biológica heredada de nuestros padres. También somos la suma de lo que hemos aprendido y de lo que seguimos aprendiendo y experimentando en la cultura en la que nos movemos.

Nacer con la misma carga genética en culturas diferentes nos puede llevar a convertirnos en personas completamente distintas. Tal es el caso de gemelos idénticos que se han criado por separado en familias e incluso en culturas que poco tienen que ver unas con las otras.

La antropología es como una enorme caja de sorpresas que contribuye a que podamos entender por qué, aunque todos seamos humanos, albergamos concepciones de la vida y de nosotros mismos tan dispares.

El siglo XIX fue una época de extraordinaria proliferación de antropólogos y etnógrafos que, partiendo de sus respectivas zonas de confort en el floreciente “primer mundo” no dudaron en aventurarse en viajes a rincones indómitos para descubrir otras formas de vivir y de entender la existencia.

Uno de estos antropólogos autodidactas, porque en aquella época aún no existía una disciplina de la antropología reconocida como tal, fue Lewis Henry Morgan.


Nacido en 1818 en Massachusetts , se trasladó con sus padres y sus doce hermanos a New York, buscando hacer fortuna. Estudió derecho y empezó a interesarse por la vida de los indios iroqueses. Fundó la sociedad secreta “The Gordian Knot”, diseñada según la Federación Iroquesa, cuyos miembros celebraban reuniones por la noche, alrededor de hogueras, con vestidos indios auténticos, llegando el grupo a convertirse en el “Gran Order of the Iroquois” y siendo sus objetivos establecidos estudiar y promover la tradición india, procurándoles educación y defendiendo sus derechos contra una política gubernamental agresiva e injusta.

Tiempo después de abandonar esta organización, encontró otros medios de continuar ayudando a los indios. Finalizados sus estudios de derecho, pasó un tiempo trabajando en la granja de sus padres, pues la crisis económica, sumada a una sobreabundancia de abogados, le dificultaron poder desarrollar la profesión para la que se había preparado. Los tres años en la granja le permitieron poder dedicarse a seguir leyendo y a dar conferencias relacionadas con el renacimiento clásico y en apoyo de campañas antialcohólicas.

En 1851 se trasladó a Rochester, donde fundó un bufete de abogados con un antiguo compañero de estudios y publicó su libro League of de Iraquois, resultado de años de investigación sobre la cultura iroquesa y que sería considerado el primer relato científico sobre indios, manteniéndose  firme aún hoy en día como una valiosa etnografía.

Años más tarde se trasladó a Michigan, donde descubrió que el sistema de parentesco de los indios ojibwa era como el de los iroqueses. El descubrimiento de esta coincidencia le llevó a viajar por Kansas, Nebraska, Missouri y también hacia el norte, hasta la Bahía de Hudson, llegando a estudiar casi setenta tribus distintas y formulando la teoría de que un sistema de parentesco era típico de todos los indios norteamericanos. Entonces, con la ayuda de la Smithsonian Institution desarrolló y divulgó mundialmente un cuestionario para reunir las terminologías de parentesco de centenares de personas. Las conclusiones de dicho estudio se reflejaron en su obra Systems of Consanguinity and Affinity of de Human Family, que sigue siendo una gran fuente de datos para los estudiosos del tema en la actualidad.

Pero el trabajo más conocido de Morgan fue su obra Ancient Society. Publicada por primera vez en 1877, nunca ha estado agotada por el interés que ha despertado en estudios de muy distintas épocas. Considerada una de las obras más importantes e influyentes en el pensamiento evolutivo, propone un esquema referente a la evolución de la familia y al análisis del grupo de descendencia unilinial.



La principal contribución de Morgan a la teoría antropológica más amplia está en lo que se ha llamado “enfoque materialista” a la evolución y a la sociedad. Su intento de entender la sociedad por medio de la tecnología y la economía produjo un impacto considerable en personas tan destacables como Engels, Gordon Childe, Leslie White y Marvin Harris. En la obra de Morgan se propone un esquema evolutivo en el que cada etapa por la que ha pasado la humanidad se corresponde con ciertos tipos de tecnología y subsistencia.

Morgan distingue dos líneas independientes en su investigación. Por un lado, aborda los inventos y descubrimientos que le han permitido a la humanidad pasar de una etapa evolutiva a otra. Por otro, habla de las instituciones primarias que se han ido consolidando a través de esa evolución.

Empezando por tales instituciones, enumeraríamos las siguientes:

1-  SUBSISTENCIA- Ésta ha aumentado y se ha perfeccionado por una serie de artes sucesivas, logradas en  largos  intervalos de tiempo y conectadas a los inventos y descubrimientos en cada período.

2-   GOBIERNO- El germen del gobierno debe buscarse en la organización en familia en el estado de salvajismo. Superado este período, se habrá de seguir buscando, a través de las formas en progreso de esta institución, al establecimiento de la sociedad política.

3-  LENGUA- El desarrollo del lenguaje humano tuvo lugar desde las más rudas y simples formas de expresión. Según Lucrecio, el lenguaje por signos o  gestos ha debido preceder al lenguaje articulado utilizando los sonidos vocales.

4- FAMILIA- Las etapas de su crecimiento están expresadas en los sistemas de consanguinidad y afinidad, y en los usos relacionados con el matrimonio, por medio de los cuales, colectivamente, la familia se puede trazar definitivamente a través de varias formas sucesivas.

5-  RELIGIÓN- El crecimiento de las ideas religiosas está rodeado de tantas dificultades intrínsecas que nunca puede alcanzar una explicación perfectamente satisfactoria. La religión trata en gran manera con la naturaleza imaginativa y emotiva y, consecuentemente, con elementos de conocimiento tan inciertos que todas las religiones primitivas resultan grotescas y, hasta cierto punto, ininteligibles.

6- VIDA DOMÉSTICA Y ARQUITECTURA- La arquitectura de la casa, que está relacionada con la forma de la familia y el plan de vida doméstica, permite una completa ilustración de la transición del salvajismo a la civilización, a través de las casas comunales de los bárbaros, hasta la casa de la sola familia de las naciones civilizadas., con todos los nexos sucesivos por los que un extremo se conecta con el otro.

7-  PROPIEDAD- La idea de la propiedad se formó lentamente en la mente humana, permaneciendo naciente y débil durante largos períodos de tiempo. Pasar de una mente salvaje a una mente bárbara no tuvo que ser fácil. Desarrollar el germen y preparar al cerebro humano para aceptar su influencia controladora, tampoco debió de serlo. Su dominio como pasión sobre todas las otras pasiones marca el principio de la civilización, estableciendo una sociedad política en base al territorio y a la propiedad.

Cuando nos acercamos al estudio de la historia antigua, estamos muy familiarizados con que nos la dividan en diferentes edades: la “edad de Piedra”, la “edad de Bronce” y la “edad de Hierro”. Dicha forma de clasificar los distintos períodos antiguos fue introducida por arqueólogos daneses y han sido muy útiles para determinados objetivos.

Morgan, en su Ancient Society nos propone dividir la misma historia antigua según los diferentes descubrimientos que vamos haciendo los humanos: el salvajismo, la barbarie y la civilización. Los dos primeros subdivididos, a su vez, en tres períodos distintos.

Éste sería su singular esquema:

SALVAJISMO

a)   Estado inferior de salvajismo: Empezó con la infancia de la raza humana y acabó con la adquisición de la habilidad de pescar y el descubrimiento del fuego. Hasta ese momento, la humanidad vivía en su restringido hábitat original y subsistía a base de frutas, raíces y nueces. El principio del lenguaje articulado también correspondería a este período.

b)  Estado medio de salvajismo: Una vez aprendió a pescar y a dominar el fuego, la humanidad se atrevió a abandonar su hábitat original para ir en busca de mejores oportunidades, poblándose más territorios de la Tierra. Son propios de este estadio el cultivo de cereales y el consumo de tubérculos y harinas que se cocían en hornos excavados en la tierra y en ceniza. Hoy en día aún persistirían algunas tribus en este período medio de salvajismo en territorios australianos y  polinesios, en el momento en que fueron descubiertas. Este período se correspondería con la “edad de piedra”.

c)   Estado superior de salvajismo: Empezó con la invención del arco y la flecha. Podemos encontrar algunas tribus atapascas que no habían evolucionado desde este período en territorios de  la Bahía de Hudson, del Valle de Columbia y de la costa de América del Norte y del Sur, en el momento en que fueron descubiertas. La caza se convierte en una fuente de alimentos más regular gracias a los nuevos instrumentos. El hacha de piedra y el fuego les permiten construir rudimentarias piraguas a base de troncos de árboles con las que desplazarse por los ríos y ampliar así sus posibilidades de encontrar más alimento y también elaborar vigas y tablas de madera con las que construir mejores viviendas.

d)  Estado inferior de barbarie: Marcó su inicio la invención o práctica del arte de la cerámica. Que la mente humana fuese capaz de transformar el barro en aquellos productos con los que imaginaba hacer su vida cotidiana más fácil fue, sin duda, un gran salto evolutivo.

e)   Estado medio de barbarie: Empezó con la domesticación de los animales en Europa y en América con el cultivo por regadío y el uso de adobe y piedra en la arquitectura. Los indios pueblo de Nuevo México, México, América Central y Perú estaban en este estadio al ser descubiertos.

f)    Estado superior de barbarie: Empezó con la manufactura  y fundición del hierro, logro que le permitió a la humanidad dar un paso más que acabó facilitándole todas sus tareas cotidianas en diferentes ámbitos.

g)  Estado de civilización: Empezó con el uso del alfabeto fonético y la producción de documentos literarios y se divide en Antiguo y Moderno.

 

Hoy se sabe que las etapas que describió Morgan, con sus particulares indicadores tecnológicos, incurren en errores. Pero también se reconoce que los inventos y descubrimientos tecnológicos alteran la homeostasis social de tal manera que, para sobrevivir,  hacen necesario el desarrollo de nuevos rasgos socioculturales.

Que vivamos en una sociedad civilizada, no nos convierte automáticamente en ciudadanos civilizados que nada tengan que ver con nuestros antepasados bárbaros o salvajes. El cerebro humano no deja de ser una especie de archivo gigantesco en el que almacenamos todo lo que nuestra especie ha sido desde el principio de los tiempos. Se cree que el llamado “cerebro reptiliano”, compuesto por los ganglios basales, el tronco del encéfalo y el cerebelo, guarda nuestras memorias ancestrales y que controla las funciones autonómicas de la respiración y el latido cardíaco, el equilibrio y el movimiento muscular. Sus respuestas son directas, instintivas y reflejas. Esta parte del cerebro es la que toma el control cuando nos sentimos en situaciones de incertidumbre o de peligro, haciéndonos reaccionar sin pensar, poniéndonos a la defensiva, llegando a agredir por miedo a ser nosotros los agredidos, cayendo en rituales absurdos y sacando lo peor de nosotros.

Que hayamos aprendido a ser más civilizados no nos impide caer en comportamientos que sean más propios de los bárbaros o de nuestros antepasados salvajes. Un humano salvaje no se puede comportar como un humano civilizado porque no ha podido desarrollar las aptitudes ni adoptar las actitudes de quien ya ha nacido y se ha criado en un estado civilizado, pero un humano civilizado sí puede acabar cometiendo actos salvajes o bárbaros si se deja llevar únicamente por sus instintos. Basta consultar las noticias que se publican a diario en cualquier rincón del mundo para encontrarnos con episodios que nos llegan a plantear la duda de si sus protagonistas son realmente nuestros contemporáneos o sus mentes se quedaron atrapadas en los períodos de salvajismo o de barbarie cuando se colaron en el túnel del tiempo. Desgraciadamente, lo que nos diferencia de nuestros ancestros no son los actos, sino los instrumentos que utilizamos para ejecutarlos.

 

 

Estrella Pisa

Psicóloga col. 13749

 

Bibliografía consultada:

Lecturas Antropología de Paul Bohannan y Mak Glazer- Editorial Mc Graw Hill- 2007  

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