Asertividad: El Arte de Saber Estar sin Dejar de Ser

 

Relacionarnos con otras personas de forma satisfactoria y conseguir llegar a acuerdos con ellas que nos beneficien a ambas partes nunca es una tarea sencilla. Ya se trate de una relación laboral o de una relación de pareja, siempre hay una parte que siente que se implica más que la otra y acaba cediendo con más frecuencia.

Así, no es difícil encontrarnos con trabajadores que se lamentan de estar dándolo todo a cambio de unas condiciones salariales que consideran insuficientes o, en el otro extremo, con jefes que consideran que tratan demasiado bien a sus empleados para lo que éstos después llegan a escaquearse de sus obligaciones.

Tampoco es difícil encontrar parejas en las que uno de los dos se siente del todo estafado por el otro, al asumir muchas más tareas y obligaciones y no darse el otro por aludido cada vez que intenta hacerle ver que, en ese barco que es su relación, han de remar los dos a la vez para mantenerlo a flote.

Esas manifestaciones de insatisfacción también se dan entre padres e hijos, entre amigos y en todos los pares de personas que, de alguna manera, no se sienten a gusto con las respuestas que reciben de la otra parte.

En todos estos casos en que no logramos que los otros cumplan su parte del compromiso que pactamos al inicio de la relación o a medida que iba evolucionando la misma, solemos pecar o de demasiado agresivos o de demasiado pasivos.

Somos demasiado agresivos cuando sólo tenemos en cuenta nuestras necesidades y tratamos de imponerle al otro lo que ha de hacer y cuándo lo ha de hacer, sin importarnos si en ese momento está ocupado en otra tarea de igual o incluso más importancia que la que pretendemos que haga. Cuando la otra persona intenta hacernos ver que le es imposible satisfacer nuestra demanda, a veces no dudamos en atacarla con reproches e incluso con insultos o amenazas.

Somos demasiado pasivos cuando nos conformamos a la primera con el no o con la excusa del otro, sin tratar de darle otras alternativas, que nos permitan salir ganando a las dos partes. Es cuando nos mentalizamos de que tardamos más en enseñarle al otro lo que ha de hacer que en hacerlo nosotros y acabamos cargando con las obligaciones de los dos.

Pero existe una manera de conseguir lo que queremos sin necesidad de convertirnos en los tiranos ni en las víctimas de la historia de esa relación. Esa manera es aprendiendo a ser ASERTIVOS.

Si queremos cambiar las respuestas, tendremos que aprender a hacer nuevas preguntas. Si cambiamos nuestra actitud, contribuiremos a que cambie la de los demás. Y cambiando ambas partes, tal vez empecemos a entender que, si nos lo proponemos, podemos cambiar el mundo.


¿Qué es la ASERTIVIDAD?

La asertividad es ser capaces de expresar lo que sentimos, lo que pensamos o lo que queremos con firmeza y autoconfianza, pero sin imponer por la fuerza eso que sentimos, pensamos y queremos sobre los demás. Defender nuestro derecho a ser como somos, sin dejar de respetar el derecho de los demás a ser como son.

La asertividad vendría a ser el arte de saber estar sin dejar de ser. Porque respetar a los demás no sirve nada si dejamos de respetarnos a nosotros mismos y renunciamos a lo que queremos por evitar un conflicto con los otros. En ese caso, estaríamos hablando de PASIVIDAD. Y ser uno mismo tampoco tiene nada que ver con creernos el ombligo del mundo y exigirle a los demás que estén a nuestra entera disposición para satisfacer nuestros deseos. En ese otro caso, hablaríamos de AGRESIVIDAD.

Aún aprendiendo a ser asertivos, siempre vamos a encontrarnos con dificultades, porque hay personas que son muy persistentes a la hora de desvincularse de sus obligaciones y de sus compromisos.

Se trata de determinarnos a no rendirnos y no dejar que se salgan con la suya. No ya para que ellos cumplan con los pactos establecidos, sino para no dejar de ser asertivos nosotros y no quedarnos con la sensación de que nos están tomando el pelo y no hacemos nada para evitarlo.

En 1985, los psicólogos Davis, Mckay y Fanning recopilaron una serie de técnicas que acostumbra a utilizar la gente para tratar de bloquear respuestas asertivas. Estas técnicas serían las siguientes:

REÍRSE- Cuando su padre, su pareja o su jefe les pide que hagan algo concreto, estas personas se lo toman a broma. En estos casos, se recomienda utilizar la técnica para procesar el cambio (“te estoy hablando muy seriamente, las bromas nos apartan del tema”) y también la del disco roto (“Tú te ríes, pero mi punto de vista es que...”)

CULPAR- Echarle la culpa al que hace la petición. La esposa le recrimina al marido que no lave los platos después de la cena. Él la culpa a ella, porque cenan demasiado tarde y luego se siente muy cansado. En este caso, una buena técnica que puede utilizar la esposa para rebatirle su postura es la de claudicación simulada. (Puede que tengas razón, pero tú estás incumpliendo tu compromiso de lavar los platos). Otra opción es, simplemente, la de no mostrarse de acuerdo (“las diez es una buena hora para lavar los platos”).

ATACAR- Responder a las afirmaciones con ataques personales: “¿Quién eres tú para interrumpir? ¡Vaya engreimiento!” En este caso, puede ser muy útil recurrir a la técnica de la ironía asertiva (“Gracias”) y combinarla con las del disco roto o la de ignorar. (“Veo que estás de mal humor, ya hablaremos más tarde”.

RETRASAR- La reivindicación se recibe con un “Ahora no, estoy muy cansado”, “Ya lo consideraremos otro día”. Aquí se puede utilizar la técnica del disco rayado o fijar el momento en que se tratará el tema.

INTERROGAR- Bloquear las afirmaciones con una serie continuada de interrogantes “¿Por qué te sientes así?... Todavía no sé por qué no quieres ir... ¿Por qué has cambiado de opinión?”. La mejor respuesta en este caso es utilizar la técnica para procesar el cambio (“Porque no es ése el problema. La cuestión es que no quiero ir esta noche”) o la del disco rayado.

UTILIZAR AUTOCOMPASIÓN- Se reacciona con lágrimas y con la acusación implícita de sadismo. Se puede seguir adelante utilizando la técnica de acuerdo asertivo. (“Sé que te resulta doloroso, pero tengo que resolverlo”).

BUSCAR SUTILEZAS- La otra persona intenta discutir sobre la legitimidad de sus sentimientos o sobre la magnitud del problema y otras estrategias para distraer la atención. En este caso, puede resultar útil la técnica de procesar el cambio (“Nos estamos entreteniendo en sutilezas y apartándonos de la cuestión principal”), junto con la reafirmación de su derecho a sentirse como se siente.

AMENAZAR- El interlocutor le amenaza: “Si sigues con esa cantinela tendrás que buscarte otro novio”. Aquí una técnica útil puede ser la del quebrantamiento del proceso (“Quizá”) y la pregunta asertiva: “¿Por qué te molesta mi petición?”. Otra técnica útil es la de procesar el cambio: “Eso suena a amenaza” o la de ignorar.

NEGAR- Consiste en hacerle creer al otro que se equivoca: “Yo nunca he hecho eso”, “No lo has entendido bien”. Una opción en este caso es la de reafirmarse en lo que se ha observado y experimentado y usar la técnica de la claudicación simulada: “Puede parecer que estoy en un error, pero he observado que...”.

Davis, Mckay y Fanning también idearon las estrategias que proponen para eludir las respuestas que intentan bloquear la asertividad:

TÉCNICA DEL DISCO RAYADO- Repetir el punto de vista, tranquilamente, sin descuidarse por aspectos irrelevantes. (“Sí, pero... Lo sé, pero opino que... Estoy de acuerdo, pero... Sí, pero yo decía”).

TÉCNICA DEL ACUERDO ASERTIVO- Responder a la crítica admitiendo que el interlocutor tiene una parte de razón, pero no en el fondo de la cuestión (“Sí, me olvide de la cita que teníamos para comer. Por lo general, suelo ser muy responsable.”)

TÉCNICA DE LA PREGUNTA ASERTIVA- Consiste en incitar a la crítica para obtener información que puede utilizarse en la argumentación (“Me gustaría que me indicase en qué estoy fallando”. ¿Qué debo hacer o qué logros debo alcanzar para obtener la promoción en esta empresa?. “¿Qué es lo que hice que te molestó?”.

TÉCNICA PARA PROCESAR EL CAMBIO- Desplazar el centro de la discusión hacia el anàlisis de los aspectos relevantes (“Nos estamos saliendo de la cuestión, estamos desviándonos hablando de cosas pasadas. Me parece que estás enfadado”).

TÉCNICA DE LA CLAUDICACIÓN SIMULADA- Aparentar condescendencia, pero seguir manteniendo la postura (“Es posible que tengas razón y está actuando de forma dura, pero lo más importante es...”).

TÉCNICA DE POSPONER- Ignorar la razón por la que el interlocutor está enfadado y aplicar la discusión hasta que se haya calmado (“Estás demasiado enfadado, así que ya discutiremos esto más tarde”).

TÉCNICA DEL QUEBRANTAMIENTO DEL PROCESO- Responder a la crítica que intenta provocarle con una sola palabra o frases lacónicas (“Sí... no... quizá”).

TÉCNICA DE LA IRONÍA ASERTIVA- Responder de forma positiva a la crítica hostil (cuando el interlocutor dice que eres un fanfarrón decir: “Gracias”).

TÉCNICA DEL APLAZAMIENTO ASERTIVO- Aplazar la respuesta a la afirmación que intenta desafiarle hasta que se sienta muy tranquilo (si es un tema interesante... “Tengo que reservar mi opinión al respecto... No quiero hablar de eso ahora”).

 

La asertividad no es algo que pueda aprenderse de hoy para mañana. Requiere de mucha práctica y de mucha constancia. Pero, cuando aprendemos a utilizarla, sentimos que ganamos en seguridad e incluso que comprendemos mucho más a los demás. Cuanto más trabajamos en nuestra propia persona, más conscientes nos hacemos de los errores que hemos ido cometiendo sin ser conscientes de ello y, al reconocer esos mismos errores en los demás, nos sentimos más capacitados para entenderlos y para dejar de juzgarles por ellos.

La asertividad es una de esas fortalezas que, junto con la autoestima, la empatía o la resiliencia contribuyen a protegernos de la sinrazón, los prejuicios estériles y la violencia gratuita.

 

Estrella Pisa

Psicóloga col. 13749


Bibliografía consultada:

Manual de técnicas de modificación y terapia de conducta. Francisco Labrador, Juan Antonio Cruzado y Manuel Muñoz- Editorial Pirámide- 2002

Comentarios

  1. Qué importante es la asertividad en nuestras relaciones! Tenemos que estar muy presentes para que la balanza no se incline ni hacia la agresividad ni hacia la pasividad porque a veces, puede pasar de un extremo a otro con facilidad sin darnos cuenta.

    Gran post, Estrella.
    Un abrazo gigante!

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