Desafiando a Adán
Hace
seis años, cuando me sumergí de lleno en el mundo de los blogs, pensaba que me
apetecía escribir y compartir lo que escribía con otras personas. Pero
enseguida me di cuenta de que escribir en un blog no es lo mismo que escribir
historias que se acaban quedando en un cajón o en un disco duro. Porque un blog
es un espacio en el que cualquiera puede entrar y descubrir esas historias,
para luego comentarlas y hacerte partícipe de la sensación que han
experimentado al leerlas. Ese continuo feedback del que carecemos cuando
escribimos y nos guardamos esos relatos para nosotros, es el verdadero sentido
de los blogs. Los blogs son espacios mágicos en los que se producen encuentros
sorprendentes entre personas que, pese a no conocerse de nada, se reconocen
mutuamente en sus letras.
Estos
seis años han sido para mí una aventura en la que no he dejado de sorprenderme
con la cantidad de personas interesantes a las que he descubierto a través de
sus posts.
Siempre
me he considerado una persona introvertida que nunca se ha sentido a gusto en
medio de mucha gente. Tal vez porque huyo de la superficialidad y prefiero
tener pocos buenos amigos a tener muchos amigos de ésos que no acaban dejando
huella.
De
las personas nunca me han interesado su aspecto, ni su edad, ni su condición
sexual, ni su procedencia, ni sus logros materiales. Siempre he buscado bajo su
superficie, intentando descubrir qué es lo que da sentido a sus vidas y de qué
fantasmas huyen. Es evidente que no todo el mundo va por ahí abriéndose en
canal ante el primero que pasa. Por el contrario, tendemos a esconder nuestro
fondo más vulnerable porque lo último que nos apetece es ponérselo fácil a
aquellos cuyas intenciones no sean claras y puedan acabar haciéndonos mucho
daño.
En
ese sentido, he de admitir que soy una persona con mucha suerte porque, al otro
lado de ese espacio virtual en el que trato de establecer nuevas sinapsis, he
conseguido conectar con personas maravillosas que me han aportado mucha luz y
han contribuido con sus artículos y con sus comentarios a rellenar mis huecos
de ignorancia con sus impagables conocimientos.
Nunca
podré agradecer lo suficiente tanta generosidad, tanta empatía ni tanto cariño
de personas a las que, pese a no haberme visto en sus vidas, me han abierto a
tantas realidades nuevas.
Inquieta
como he sido desde niña, no me conformo con la idea de acomodarme en mi zona de
confort, porque necesito seguir creciendo y descubriendo más espacios, más
mentes humanas.
Gracias
a esa curiosidad imparable, estas últimas semanas estoy inmersa en un proyecto
literario que me hace mucha ilusión. Se trata del libro El jardín de Eva, al
que contribuyo con uno de mis relatos junto a seis escritoras más, a las que no
conocía hasta que tuvimos un encuentro por zoom hace unos días. La editorial
que nos está dando esta impagable oportunidad es Diversidad Literaria.
Los
relatos que componen el libro tienen en común que cuentan historias de mujeres.
Mujeres que en muchos momentos de sus vidas han tenido que jugar con
desventaja, pero que han sabido reinventarse renaciendo de sus cenizas, igual
que lo han hecho las autoras de sus historias atreviéndose a desafiar las leyes
de un mundo que se diseñó pensando en Adán y arrinconando a Eva.
Manuela Castellote, María Rosa Román, Concha Mateo, Patricia Giaquinta, Isabel López, Sara de Haro y yo misma somos siete
mujeres conectadas por nuestras letras y por un sueño común: verlas publicadas en
una antología. De ahí que nos sintamos tan a gusto trabajando en este proyecto
de Crowdfunding.
El
libro se puede adquirir en este enlace: https://bit.ly/3I0Td29
¿Nos
ayudáis a hacerlo posible?
Estrella
Pisa
Mis felicitaciones por animarte a desarrollar algo que se te da tan bien.
ResponderEliminarSiempre te leo aunque comente poco.
Mucho éxito en este nuevo desafío... =)
Un saludo!!
¡Muchísimas gracias!
EliminarUn abrazo.
Muchísimas felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo gigante.
Muchas gracias, Yolanda.
EliminarOtro abrazo enorme de vuelta.